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DÉCIMA CRÓNICA DE LA TRAVESÍA VISUAL DE IMPERIAL TOUR

26 FEB 2015

Si querés conocer el Parque Nacional Los Glaciares, lee esta crónica. Tenemos mucha información para compartir.

El parque nacional Los Glaciares es uno de los lugares que toda persona debe visitar una vez en la vida. Para recorrerlo completo, es recomendable hacerlo con tiempo. Es el parque nacional más extenso de nuestro país y cuenta con 726.927 hectáreas en su totalidad. Esta gigante eco región alberga una serie de hielos continentales y glaciares decorados por el paisaje típico de la cordillera austral. Las montañas y bosques patagónicos contorneando las grandes masas glaciarias le dan su peculiar belleza que atrae a turistas de todo el mundo. Por esto mismo, su interés geológico y las especies en peligro de extinción que se encuentran allí, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

A la parte sur del parque se accede por la ciudad El Calafate. Para llegar a ella atravesamos unos 300 kilómetros desde Río Gallegos, capital de la provincia, último punto donde se puede provisionar para el largo camino. Lo más importante allí es exagerar con la carga de agua, aunque al principio odiemos acarrear con el peso que eso genera, porque en rutas como estas hay un desgaste físico mayor por varios factores. Nuestro cuerpo consume más calorías para mantener el calor corporal por el frío del ambiente, por esto, también es importante llevar raciones pequeñas de comida a mano para poder generar energía en el constante pedaleo (frutos secos, cereales, etc.). Nuestro enemigo principal en esta zona, como en toda la Patagonia, es el viento. El pedaleo se hace más duro y hay días que no es recomendable salir por lo peligroso que se torna mantener el equilibrio con las ráfagas cambiantes que chocan nuestra bici. A todas estas dificultades que se presentan en el camino, se suma la falta de poblaciones cercanas, sólo algunos paradores y estancias que nos pueden salvar de algún día muy feo o, con algo de suerte, deleitarnos con un típico cordero patagónico realizado por los peones de las estancias. Todo esto hace de esta ruta un desafío enorme donde la paciencia debe predominar en nuestra mente.

Para llegar al Glaciar Perito Moreno desde El Calafate hay que cruzar una ruta de 80 kilómetros en buen estado pero, como siempre cuando nos dirigimos hacia el oeste, el viento es casi siempre en contra y se debe hacer con mucho cuidado, la vuelta es más sencilla por esta misma razón, el viento se convierte en aliado cuando uno emprende camino al este.

El parque cierra a partir de las 22 hs. y no es posible acampar adentro, pero los ciclistas son bien recibidos por los guardaparques y, a veces, permiten hacer una noche en él. Eso sí, no está permitido hacer fuego de ninguna manera por el alto riesgo de incendio en la zona, por lo que es necesario llevar comida lista o un calentador.
El esfuerzo tiene una recompensa inmensa, pararse frente al glaciar Perito Moreno por solo unos minutos vale todas y cada una de las vueltas de nuestras cubiertas. El mismo tiene 50 metros de alto y una extensión de 14 kilómetros perdiéndose dentro de los cerros que lo rodean. Recorriendo las pasarelas del parque se puede ver el colchón de hielo desde distintos ángulos y mientras nos acercamos la belleza crece también. Al llegar al balcón principal, la vista de frente nos dejó boquiabiertos. Pudimos apreciar la inmensidad de este río congelado y, observándolo por un buen tiempo, logramos ver desprendimientos de hielos enormes creando olas y tronidos tan grandes que dan dimensión a estos sucesos.

Estas experiencias son totalmente vivenciales, no hay palabras para describir algo como tal. Cada uno tiene que pararse en frente de él y sentir la imponencia del lugar para recordarlo toda la vida.
Es recomendable visitarlo en la época de desprendimiento que se genera cada 10 años cuando el glaciar, al acercarse tanto a la costa, separa las aguas y estas ejercen presión sobre él cediendo bloques enormes y paredes enteras de hielo, brindando unos de los espectáculos naturales más bellos del mundo.

En la ciudad se pueden contratar excursiones para caminar sobre el Perito Moreno, o navegaciones para conocer los Glaciares Upsala o Spegazzini.

A la parte norte del parque nacional se accede por El Chaltén, una pequeña ciudad rodeada por montañas que lo hacen un lugar salido de un cuento. Se llega desde Calafate. Al cabo de unos 220 kilómetros y con tramos hacia la cordillera, donde el viento sopla muy fuerte en contra la mayoría del tiempo. El Chaltén recibe muy bien al deportista en general y particularmente a los ciclistas. Es posible alojarse en la casa del ciclista, en donde brindan alojamiento gratis y se generan charlas interminables de los miles de kilómetros recorridos en dos ruedas por todos los que pasan por allí.
Como capital del senderismo, ofrece varios senderos que se pueden realizar en bicicleta y muchísimos otros, sólo a pie.
El sendero hacia el Lago del Desierto es el recomendado para los cicloturistas que llegan a El Chaltén. Por una ruta de ripio de 37 kilómetros, atravesando bosques centenarios y chorrillos a lo largo del camino, se llega al lago. Allí se puede acampar y visitar el glaciar, disfrutando una vista bellísima en todo momento. Luego hay muchas vías para los amantes de la escalada y senderos para los caminantes. Los más importantes son:

Sendero hacia Cerro Torre, con una extensión de 8 kilómetros y de dificultad media. Se estiman unas 3 horas de subida y se puede acampar en un campamento agreste. El sendero finaliza a orillas del lago Torre y con el cerro de fondo, creando un paisaje maravilloso. Sendero hacia el Cerro Chaltén (o Fitz Roy), se extiende por 10 kilómetros, pero en su recorrido ofrece varios miradores y dos campamentos agrestes para poder dormir arriba de la montaña. A los 5 kilómetros del mismo, se encuentra la Laguna Capri y a sus orillas el campamento Agostini. Hasta allí el sendero es de dificultad media, sólo en el inicio del mismo tiene una pendiente muy pronunciada y extensa pero luego se vuelve más leve. Desde la Laguna Capri hasta el campamento Poicenot hay unos 3 kilómetros más, y a partir de allí, se divide en dos senderos de 2 kilómetros más que llegan al glaciar Piedras Blancas y la Laguna de los Tres.

El primero es un sendero con una dificultad baja, pero se debe hacer con precaución porque se realiza saltando de roca en roca. Al final se puede apreciar un glaciar flotante sobre las montañas y el agua del deshielo cayendo que genera una laguna antes de convertirse en un arroyo. Llegar allí se convierte en una experiencia multisensorial. Además del impacto visual que genera el paisaje, se puede apreciar el sonido del agua cayendo y los repentinos tronidos de los bloques de hielo que se desprenden, sentir la temperatura del agua con los pies, poder tocar los témpanos que naufragan en la laguna y porque no, comer un pedacito para sentir el verdadero gusto y el principio de los tiempos.

El segundo camino tiene una dificultad mayor. El último kilómetro es totalmente en subida, exigiendo todo el tiempo los gemelos y poniendo en duda si en algún momento se termina. Luego de una hora a buen ritmo, se llega a un claro donde se presenta el cerro Chaltén y da fuerzas para realizar la última y más complicada subida. En todo el recorrido, al girar vemos una vista panorámica de los cordones montañosos y lagos que rodean al cerro. Al final del recorrido se tiene una vista impresionante de la Laguna de los Tres, creada por los deshielos y los glaciares que le dan vida. De fondo se ve el coloso cerro Chaltén, enmarcando una vista única.

En todos los senderos hay que tener en cuenta que no se permite hacer fuego y no hay proveeduría en los campamentos, por lo que es necesario llevarse un calentador y toda la comida para el tiempo que se desea estar. El agua se recolecta de los distintos arroyos que se encuentran en los caminos. Todo el parque tiene muchos senderos para recorrer de variadas dificultades (baja – media – alta). Es importante estar bien equipado y respetar las indicaciones de los guardaparques y guías de la zona.

Recomendamos visitarlos con mucho tiempo para poder conocer lo máximo posible, tomarse el tiempo para admirar los distintos paisajes, disfrutar de noches estrelladas arriba de la montaña y tener en cuenta el clima inestable de la zona.

¡Argentina te espera!

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